miércoles, enero 12, 2005

El cura Hilton

El cura Hilton, siempre comentado, pocas veces visitado, se erige cual fortaleza medieval sobre el burgo de edificios y corredores de más abajo, donde los estudiantes pasan su vida universitaria. Desde sus alturas, no tanto como las celestiales, los curas de la Católica ven todo, vigilan todo (no tanto para evitar el robo de carros, pero bueno) y procuran que la calma se preserve en el pequeño reino de Montalban.

El edificio de tres pisos, cubierto de cemento y pintura, no luce ostentoso en su exterior, y la realidad es que por dentro todo se parece más a una posada que un hotel cinco estrellas, pero tanta lejanía, supongo, da derecho a las especulaciones.

Un tinajero y algunos bancos de madera se acomodan en una modesta entrada. Pero más adentro, una televisión, un vhs, un dvd, una pequeña biblioteca, mesas de trabajo con periódicos y revistas y 7 butacas donde cualquiera podría confundir el sueño, hacen de la sala de estar un sitio para definitivamente quedarse. Ahí, es donde los padres disfrutan del tiempo de esparcimiento y de estudio.

Pero como en estos 18 huéspedes, q se reparten más de 30 doctorados y maestría, el estudio no es broma, las profundidades epistemológicas cada uno las revisa en privado, de acuerdo a su especialidad. “Cada quien tiene una biblioteca en su dormitorio porque con la variedad de especialidades, serían demasiados libros. Aquí tenemos la revista Comunicación y otras publicaciones de la universidad. En las mañanas revisamos los periódicos y los más cinéfilos alquilan películas”, afirma el padre Julio Velilla, el ministro de la orden.

Con una ama de llaves, una cocinera y una mucama , el servicio no es para llamarlo de gran lujo. Pero si lo que falta es número lo que sobran son años. Magder Pérez administra el lugar desde hace 9 años y ya se ha contagiado del sosegado ambiente que se respira al entrar y por eso camina con sigilo de la entrada a la cocina.

La capilla no podía faltar, como para recordar con un halo de prudencia, espiritualidad y reserva que se trata de una residencia de sacerdotes, aunque los chistes de Mikel de Viana a la cocinera Livia Canelón alteren el ambiente.

El relajo de los curas aparece finalmente los fines de semana cuando Luis Ugalde y compañía cambian la sotana por los shorts de tennis en la cancha de frontón.

Más abajo, entre módulo 1 y el 6, por ingeniera o el cincuentenario, nada de eso se sabe, y al parecer a pocos le importa.

Colaboración: Anne Cuevas

1 Comments:

Blogger UCAB LIBRE said...

nice ;)
Come to watch this one

31 de marzo de 2007, 5:02 p. m.  

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